¿Has pensado recientemente en la tercera edad? Si tienes más de 60 años seguramente sí, todos los días, pues es tu grupo de edad. Pero si tienes menos años es muy probable que no y, de hecho, es posible que entre menos años tengas menos tiempo le dediques a pensar en la vejez. ¿No te parece raro? Yo creo que sí, que no solo es extraño porque todos vamos para allá -a pesar de que vivimos la vida como si la vejez fuera una cosa que le pasara a otros, nunca a nosotros-, sino también porque de acuerdo con los datos, hay muchos adultos mayores a nuestro alrededor.
En 2024, 13% de los mexicanos se encontraba en este grupo de edad y se estima que, para 2050, uno de cada 10 mexicanos tendrá 60 años o más[1]. Sin duda, los adultos mayores y la vejez son una constante en nuestras vidas y si tú procuras a tus abuelos o a tus vecinos viejitos o le prestas verdadera atención a los adultos mayores en la calle, felicidades, ¡sigue así! Pero lo cierto es que muchos de nosotros actuamos de otra manera.
La invisibilidad de la vejez
A menudo, las personas mayores son ignoradas, marginadas y progresivamente excluidas de la sociedad. Esto en todos los estratos sociales y en todos los ámbitos de la vida cotidiana: la familia, el trabajo, los sistemas de salud, la vida social y de comunidad. Las causas van desde estereotipos y prejuicios, como creer que ya no tienen nada que aportar, que son una carga o que requieren demasiada atención o cuidados, hasta efectos no intencionales provocados por nuestras buenas intenciones de “protegerlos” o “dejarlos descansar” y que terminan excluyéndolos o dejándolos al margen.
Las consecuencias de la invisibilidad pueden ser emocionales, generando sentimientos de tristeza, enojo o baja autoestima, y/o de salud, provocando ansiedad, depresión o demencia.
¿Cómo combatir esta situación?
Cuando un fenómeno social es complejo con frecuencia caemos en la apatía, pensando que no podemos hacer nada para cambiar las cosas, que nuestras acciones serán solamente una gotita de agua en el mar de “la realidad”. Sin embargo, es mucho lo que podemos hacer para “ver” a los adultos mayores y contribuir a que tengan una mejor calidad de vida.
Para empezar, podemos hablar del problema, hacernos conscientes y hacer conscientes a los demás de que el edadismo[2], es decir la discriminación por edad, es real y que sus consecuencias pueden ser muy graves.
En segundo lugar, podemos fomentar la inclusión, haciendo una introspección sincera de cómo vemos a los adultos mayores y de cómo nos comportamos con ellos -ya sean familiares, vecinos, colegas del trabajo o mujeres y hombres desconocidos con los que apenas tenemos interacción, como las personas que piden dinero en la calle, lo(a)s mesero(a)s, empacadore(a)s en el supermercado, en fin. Una vez hecho el análisis, podemos hacernos el propósito de mejorar nuestra relación con este grupo de edad y darles el valor y reconocimiento que corresponde. En fin, podemos comprometernos con verlos.
En tercer lugar, podemos apoyar proyectos artísticos o culturales que le den voz a los adultos mayores o a organizaciones que trabajan para mejorar las condiciones económicas y sociales de las personas de la tercera edad. Si no sabes cómo encontrar estas iniciativas, puedes buscarlas en internet, preguntar en tu círculo social (¡y aprovechar para visibilizar el tema!) o visitar páginas o plataformas como la de Sumando.mx y descubrir organizaciones sin fines de lucro dedicadas a atender a este sector.
Aprovecha la conmemoración de este día internacional para aportar tu granito de arena al desierto de la solidaridad.
Bonus track: recomendaciones literarias
Al hablar de la vejez, lo único cierto es que todos vamos para allá. Por ello, la máxima de “trata a los demás como quieres que te traten a ti” no podría ser más oportuna. Y como a mí me gusta leer y que me recomienden libros, te dejo una selección de textos de ficción que tienen en común un adulto mayor como personaje principal. Ojalá los disfrutes y te ayuden a reflexionar sobre la importancia de entender que, con la vejez, es más lo que se gana (en términos de experiencia) que lo que se pierde (en fuerza y destreza física) y que, por ello, vale la pena hacer un esfuerzo por aprovechar la experiencia y conocimiento de los adultos mayores a nuestro alrededor.
Si tienes alguna recomendación de libro de ficción adicional, ¡compártela con nosotros!